Documento elaborado por la fundación universitaria Luis Amigó
Tradicionalmente
los Religiosos Terciarios Capuchinos han ubicado sus prácticas en
el ámbito de la pedagogía y han nombrado su hacer como reeducación.
Este es un concepto que recoge una tradición de mas de 110
años de quehacer congregacional, soportado en el carisma
Amigoniano de su fundador Fray Luis Amigó y Ferrer. Pero ¿Qué puede
entenderse por reeducación hoy en la Pedagogía Reeducativa
como programa formador de profesionales que tienen un campo de
acción especifico? ¿En qué campo del saber se ubica este modo de
actuar? Las prácticas
reeducativas han girado alrededor del concepto inadaptación para (PERRON
1979 citado por TIZIO, 1997), este concepto se aplica para indicar trastornos diversos y reviste particular ambigüedad.
Esta noción apuntaría a la existencia de un desajuste entre el
individuo y la sociedad, pero, al igual que la de adaptación implica
juicios de valor.
Cada
sociedad, en cada momento histórico, ha contado con prácticas específicas
orientadas a la atención de los sujetos que perturban el orden
social y ha encontrado también los significantes necesarios para designar
a estos sujetos. Las prácticas originadas en las políticas sociales
destinadas a atender el fenómeno social y económico de la pobreza y la
marginación y su posterior derivación al problema de la desviación social en el
contexto europeo y occidental, concretamente en España se
constituyen en un antecedente remoto de las prácticas reeducativas
actuales.
Su comprensión
y la pesquisa sobre la manera de designar a los sujetos de la
intervención y la concepción de hombre, que en ello subyace, puede
ofrecer pistas para la ubicación teórica, conceptual y metodológica
del quehacer reeducativo en el programa de licenciatura en pedagogía
Reeducativa hoy. Como aspectos
históricos, se cuenta con las prácticas originadas en las políticas
sociales destinadas inicialmente a atender el fenómeno social y
económico de la pobreza y la marginación, y su posterior derivación a
la atención del problema de la desviación social o inadaptación en el contexto
europeo y occidental y concretamente en España son
consideradas prácticas reeducativas y son ubicadas por diferentes
estudiosos en el ámbito social. (PALACIOS, 1997)
Los
historiadores de la Educación social en España conceden un lugar importante a
la Congregación de Religiosos Terciarios capuchinos en este ámbito de
la acción social. La comprensión del saber que sustenta las
prácticas de educación social ofrece elementos teóricos, conceptuales y
metodológicos del quehacer reeducativo.
Otras fuentes
importantes en esta empresa las constituyen la pedagogía
especial, “terapéutica” o curativa y la psicopedagogía, la primera tiene
como sujeto de la intervención al menor con necesidades
educativas especiales en el interior del sistema escolar; el campo de
acción de esta pedagogía es la educación especial. Desde la
segunda se insiste en la aplicación de los saberes propios de la psicología
en las acciones educativas. Estos movimientos modificaron
profundamente las condiciones de producción educativa más allá del
propio aparato escolar y por ende, la formación de profesionales. Es por ello
que las practicas reeducativas en Colombia una importante tradición de la mano
de la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos.
Esta Congregación de origen español llega a Colombia en
1928 después de recoger las teorías, los métodos, los procedimientos
y las técnicas para la intervención correccional, que para
el momento aportaban los movimientos renovadores de la psicología
y la pedagogía en Europa y en los Estados Unidos. Esto, sumado
a un cúmulo de experiencias vividas y contrastadas y a un acervo
de ideas, teorías y doctrinas sobre pedagogía correccional, les posibilitó
desarrollar un estilo característico en la reeducación de la juventud.
(LOPEZ, 1999)
Desde su
llegada ha estado a cargo de las diferentes casas de atención a
niños y jóvenes con problemas de adaptación en distintas ciudades del
país. Fueron ellos pioneros en el uso de técnicas psicopedagógicas
en las diferentes instituciones de atención a niños y jóvenes
infractores y los primeros en aplicar la psicometría en el tratamiento
reeducativo.
En 1951
reciben la dirección de la Escuela de Trabajo san José, antigua casa
de menores del departamento de Antioquia. Allí nacen los cursos de Psicopedagogía
correccional ( RAFO y otros 1986), que pretendían
“colaborar con la sociedad en el mejoramiento de los métodos
utilizados para fines de protección y rehabilitación de menores” a
través de la capacitación de los educadores que trabajan con menores en
dificultades en las diversas instituciones regulares y especiales de
reducción en la ciudad de Medellín; más tarde estos cursos son
reconocidos por el Ministerio de Educación para el ascenso al escalafón
docente.
En 1980, con
ocasión del decreto 2762 que reglamenta la capacitación para el
escalafón docente, los cursos de psicopedagogía correccional son
reorganizados y complementados de tal manera que su presencialidad
llega a una totalidad de 900 horas. Este hecho da
origen a la búsqueda de reconocimiento como institución de
educación superior por parte del ICBF, y después de varios estudios el Ministerio de educación concede la personería jurídica a la
FUNLAM en 1984 y el ICFES la licencia de funcionamiento al programa
Licenciatura en Pedagogía reeducativa, para ser servido desde la
modalidad a distancias.
Este programa de formación de profesionales
responde, además a las demandas de la compleja realidad
Colombiana que caracterizó la década de los 80 con el fenómeno del
narcotráfico, del cual hoy todavía se viven las secuelas. La estructura
curricular del programa licenciatura en Pedagogía reeducativa se
ha modificado desde el año 1985 en varias ocasiones como respuesta
a las demandas del contexto y a la reflexión y conceptualización
que sobre el propósito de formación y el objeto de estudio se han
generado al interior del programa. Este surgió
con el propósito de atender los problemas de inadaptación social de la
educación. (OCHOA, 1995).
Esta intencionalidad se conserva en la
estructura curricular propuesta en el año 1992; se hablaba de la
Pedagogía Reeducativa Amigoniana la cual pretendía “desarrollar
la construcción sistemática de su discurso teórico práctico, alrededor de
la relación que se genera entre los procesos educativos y
los fenómenos de inadaptación social, lo cual deviene en su objeto de
estudio, análisis, investigación y practica. La reflexión sobre tal
objeto de estudio, y sobre los métodos, técnicas y procedimientos
adecuados y eficaces en los distintos niveles de intervención,
así como las relaciones con las diferentes disciplinas y saberes en que
se apoya la teoría como la práctica reeducadora, constituyen,
en ese momento, el campo de conceptualización de la Pedagogía
Reeducativa Amigoniana. (Facultad de Educación. 2000)
El
objeto de estudio propio del programa era “los sujetos, grupos o comunidades
portadores de problemas de conducta ya sean de inadaptación
social, escolar, familiar o propiamente delincuencial (sicariato, pandillas, etc.) que exijan del estudiante un trabajo especifico y
comprometido con la reeducación. Desde esta
óptica, no aparece una intención orientada a la comprensión y
la interpretación del fenómeno que se pretende intervenir: la
inadaptación social.
Entre
los años 1994 y 1995 con la promulgación de la ley general de Educación,
(ley 115 de 1994) que designa a los licenciados como los profesionales
de la educación en colombia y les exige una ubicación en
la enseñabilidad de un saber académico especifico, se pone el programa
de Licenciatura en pedagogía Reeducativa en entredicho.
Los
profesionales de la reeducación no cuentan con un saber académico
específico para enseñar y su quehacer básico no es la docencia;
no obstante, quienes demandan en ese momento el programa
como alternativa de profesionalización son fundamentalmente
los maestros. Se planteó entonces la reeducación como
una practica a desarrollarse en el ámbito del trabajo escolar.
Esta
situación generó debates al interior de las esferas académicas y administrativas
en la FUNLAM y se plantearon algunas modificaciones a
la estructura curricular; se propuso incluir en el programa, como énfasis,
uno de los saberes específicos enunciados por la ley 115. Finalmente,
se tomó la decisión de continuar la formación de los reeducadores
en la vía en que se había venido haciendo, es decir en la
formación para la intervención en las problemáticas
que tocan con la inadaptación social.
Para el año
1996 se presenta una nueva propuesta de re-diseño curricular
centrada en cuatro proyectos de formación (Marco general para la
estructura curricular del programa. 1996): Proyecto de vida, pedagógico
reeducativo y de profundización y énfasis. En esta propuesta,
“los problemas que se presentan en el proceso de socialización”
constituyen el objeto de estudio de la profesión.
Para 1999 las
discusiones giran alrededor de la necesidad de una mayor precisión en la enunciación del objeto de formación y
el objeto de estudio y
en avanzar en su conceptualización. Se empieza a plantear la
reeducación desde la comunicabilidad de un saber para la vida, desde la
transmisión del saber cotidiano y cultural que permite a un sujeto con
dificultades, la vinculación al ámbito sociocultural, articulando
sus propios intereses a los fines sociales; ello implica la comprensión y
la interpretación desde los diferentes saberes, de la dinámica en
que se inscribe dicho proceso, así como de las particularidades
que de él se derivan.
En este sentido, la propuesta curricular
para la formación de pedagogos reeducadores se desarrolla a partir de cinco
núcleos temáticos que son: Desarrollo
humano, Ética, Pedagogía, Reeducación, Investigación y práctica.
Estas precisiones en la concepción del objeto de formación y el objeto de
estudio responden, de un lado, a coyunturas específicas y de otro, a la
problematización permanente de las propuestas de formación
ofrecidas desde el programa a lo largo de su historia. La dinámica
propia del proceso de vinculación de un sujeto al orden social
normalizado lleva implícito factores que tienen que ver no sólo con lo
psíquico, con lo individual, sino también con ámbitos sociales y culturales;
esta comprensión abre el espectro para la intervención desde la
acción reeducativa y por lo tanto, de la pedagogía como
saber central.